martes, 1 de abril de 2008

Reggie Brown



Cuando alguien piensa en un segundo, tan sólo un segundo, un tic de las manecillas del reloj, casi todo el mundo piensa en algo efímero, algo que pasa tan rápidamente que no puede ser percibido por los ojos del hombre. No podríamos estar más equivocados.


Un segundo resulta en muchas ocasiones toda una eternidad, basta con ver cuántas fotografías se pueden tomar en un segundo, cuantas veces podemos parpadear en un segundo. Las medallas olímpicas y las victorias en automovilismo se deciden por tan sólo un segundo.


Para Reggie Brown un segundo fue suficiente para terminar su carrera en la NFL y bastó un segundo también para que las miles de gargantas que gritaban en el Pontiac Silverdome la tarde del 21 de diciembre de 1997 se quedaran tan callados que parecía que no había público en las gradas.


Esa tarde de diciembre, los Leones de Detroit enfrentaban a los Jets de Nueva York, ambos equipos estaban en igualdad de circunstancias: Una victoria equivalía a avanzar a la postemporada. Individualmente, Barry Sanders necesitaba una excelente actuación para romper el record de más yardas por tierra en una temporada de Eric Dickerson de 2105.


Los Jets de nueva york se encontraban en su primera temporada bajo el mando de Bll Parcells, que después de que el equipo terminó en último lugar de la NFL con tan sólo una victoria en 16 partidos en 1996, tomó las riendas de la organización para ponerlos a luchar por un lugar en la postemporada. Detroit por su parte también estrenaba entrenador bajo la figura de Bobby Ross que llegó a ese último juego de la temporada con record de 8-7 y la victoria enviaría a Ross y a su nuevo equipo a la postemporada.


Neil O´Donnell era el mariscal de campo de los Jets, O´Donnell había llevado a los Acereros de Pittsburgh al Superbowl apenas un par de años antes y su salida de Pittsburgh para llegar a Nueva York, fue uno de los movimientos más atractivos en su momento.


Los Jets tenían la ventaja 10 a 6 poco antes de terminar el tercer cuarto, pero fue ahí cuando la magia en las piernas de Barry Sanders apareció. Sanders que hasta ese momento tenía tan sólo 23 yardas por tierra tomó el balón de las manos de Scott Mitchell y corrió 47 yardas para dejar el balón en la yarda 17 de los Jets lo que hizo que el público comenzara a rugir.


Cuatro jugadas más tarde ya en el último cuarto, Sanders tomó el balón y lo llevó 15 yardas hasta la zona de anotación para darle la vuelta al partido. Los Leones ganaban 13 a 10.
Los Jets tenían el balón una vez más y la algarabía en las gradas era tanta que O’Donnell tuvo que quemar un tiempo fuera puesto que no escuchaba la jugada que tenía que correr. Fue entonces cuando sucedió. Tan sólo unos minutos después de la anotación de que le dio la ventaja a los Leones, el avanzar a postemporada y la marca que buscaba Barry Sanders en un segundo ya no importaban y la multitud de 77,624 espectadores se quedó en silencio total. Reggie Brown fue a taclear al corredor de los Jets que había recibido el balón de O’Donnell. Adrian Murrel fue tacleado tanto por Brown como por Antonio London, mientras los tres jugadores caían al suelo el linero ofensivo de los Jets Lamont Burns cayó sobre ellos especialmente sobre el casco de Brown que no volvería a levantarse ese día.


Después de que Brown fue retirado del campo ante la ovación de la afición que no podía olvidar lo que le había ocurrido a Mike Utley apenas 6 años antes, los Jets llevaron el balón hasta la yarda nueve de los leones antes de que O’Donnell fuera interceptado Bryant Westbrook para regresarle el balón a los Detroit. Barry Sanders terminaría el partido con 184 yardas tan sólo a 52 del record de Eric Dickerson. Al momento se convirtió en la segunda mejor campaña para un corredor.


Al terminar el partido los Leones se enteraron que Reggie Brown había sufrido una conmoción en su espina dorsal y que tenía movimiento en sus extremidades, no volvería a jugar futbol americano en su vida, pero al menos tenía movimiento.


Brown salió del hospital tiempo después con su cabeza detenida por un halo de metal y meses después recibió un sinfín de ovaciones cuando entró al escenario de los premios ESPYs para aceptar el premio al mejor jugador en la NFL a nombre de su compañero de equipo Barry Sanders.


Brown actualmente tiene movilidad en todo su cuerpo y tiene una distribuidora de autos en Dallas Texas. Y tiene muchos segundos para disfrutar de esa movilidad en compañía de su familia.

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