Cuando nació mi primer hijo, los comentarios de mucho amigos y familiares no pudieron esperar, escuchaba cosas como “vas a ver que le va a gustar la música”, ”no le van a gustar los deportes”, etc. Conforme Diego fue creciendo empezó a mostrar una pasión por la música, disfrutaba escuchar a mi papá tocando el piano o a mi hermano tocando la guitarra. Obvio, con menos de dos años de edad diego todavía no mostraba afición alguna por los deportes y comencé a pensar que esos comentario iban a ser ciertos.
Mi pasión de toda la vida ha sido el Futbol Americano. Domingo a domingo disfruto ver uno, dos o todos los partidos de que pueda. De vez en cuando sentaba a mi hijo a ver un partido conmigo, no duraba despierto ni siquiera un cuarto. Desde que empecé a soñar con ser padre siempre pensaba en lo maravilloso que sería llevar a mi hijo al estadio o ver los dos un partido en la televisión apasionadamente, incluso antes de nacer le compré su Jersey de los Potros de Indianapolis con el número 18, igual al que tenía yo. La primera temporada de NFL en la que Diego ya estaba con nosotros, le puse su camiseta sin importar que fuera talla dos y que él tan solo tuviera seis meses de edad.
Además de la música diego ha crecido viéndome como disfruto los partidos o bien como me apasiono con los juegos de video de futbol americano como si fueran partidos reales. No hace mucho tiempo también, compré una serie de televisión con la historia de todos los campeones de los Superbowls. Diego se sentaba conmigo a ver la serie posiblemente solo por el hecho de estar con su papá.
El climax de la historia llegó el fin de semana que acaba de pasar en la que Diego, ahora ya un niño de dos años más que independiente estaba jugando en su cuarto mientras su madre veía la televisión en un cuarto y yo jugaba videojuegos en el cuarto de televisión. Alcanzaba a escuchar los fuertes golpes que se llevaban los juguetes cuando Diego los tiraba al suelo, sin duda alguna ninguno de esos juguetes que estaban en su baúl le interesaban mucho puesto que eran juguetes para bebés. De repente noté que los golpes terminaron lo cual llamó mi atención, pausé el juego y fue entonces cuando Diego empezó a gritar emocionado “papá papá” escuché sus pisadas aceleradas venir hacia mi mientras el continuaba diciendo “papá, papá, aquí”. Fue entonces cuando noté que Diego tenía algo en la mano, mientras él emocionado terminó diciendo “papá, papá, Potros, aquí”. Diego extendió la mano y me entregó un llavero con la forma de un casco de los Potros de Indianapolis sin poder decir nada tomé a Diego y lo abracé como si nuestro equipo acabara de ganar el campeonato. Diego siguió diciendo “Potros papá, Potros” mientras lo abrazaba.
No sé que vaya a pasar en algunos años, desconozco si mi hijo va a heredar la pasión que yo tengo por los deportes, tampoco sé si es que la música le va a llamar más la atención pero siempre recordaré ese día en el que Diego, sin que yo lo haya incitado a gritar, viniera hacia mí, porque sabía que era a mí al que le interesaba el equipo de la herradura azul en el casco blanco sin duda alguna es de esos momentos que nunca olvidaré.
Mi pasión de toda la vida ha sido el Futbol Americano. Domingo a domingo disfruto ver uno, dos o todos los partidos de que pueda. De vez en cuando sentaba a mi hijo a ver un partido conmigo, no duraba despierto ni siquiera un cuarto. Desde que empecé a soñar con ser padre siempre pensaba en lo maravilloso que sería llevar a mi hijo al estadio o ver los dos un partido en la televisión apasionadamente, incluso antes de nacer le compré su Jersey de los Potros de Indianapolis con el número 18, igual al que tenía yo. La primera temporada de NFL en la que Diego ya estaba con nosotros, le puse su camiseta sin importar que fuera talla dos y que él tan solo tuviera seis meses de edad.
Además de la música diego ha crecido viéndome como disfruto los partidos o bien como me apasiono con los juegos de video de futbol americano como si fueran partidos reales. No hace mucho tiempo también, compré una serie de televisión con la historia de todos los campeones de los Superbowls. Diego se sentaba conmigo a ver la serie posiblemente solo por el hecho de estar con su papá.
El climax de la historia llegó el fin de semana que acaba de pasar en la que Diego, ahora ya un niño de dos años más que independiente estaba jugando en su cuarto mientras su madre veía la televisión en un cuarto y yo jugaba videojuegos en el cuarto de televisión. Alcanzaba a escuchar los fuertes golpes que se llevaban los juguetes cuando Diego los tiraba al suelo, sin duda alguna ninguno de esos juguetes que estaban en su baúl le interesaban mucho puesto que eran juguetes para bebés. De repente noté que los golpes terminaron lo cual llamó mi atención, pausé el juego y fue entonces cuando Diego empezó a gritar emocionado “papá papá” escuché sus pisadas aceleradas venir hacia mi mientras el continuaba diciendo “papá, papá, aquí”. Fue entonces cuando noté que Diego tenía algo en la mano, mientras él emocionado terminó diciendo “papá, papá, Potros, aquí”. Diego extendió la mano y me entregó un llavero con la forma de un casco de los Potros de Indianapolis sin poder decir nada tomé a Diego y lo abracé como si nuestro equipo acabara de ganar el campeonato. Diego siguió diciendo “Potros papá, Potros” mientras lo abrazaba.
No sé que vaya a pasar en algunos años, desconozco si mi hijo va a heredar la pasión que yo tengo por los deportes, tampoco sé si es que la música le va a llamar más la atención pero siempre recordaré ese día en el que Diego, sin que yo lo haya incitado a gritar, viniera hacia mí, porque sabía que era a mí al que le interesaba el equipo de la herradura azul en el casco blanco sin duda alguna es de esos momentos que nunca olvidaré.
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